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Mi Tio Cosmín

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Mi Tío Cosmín en el escritorio de su casa, pocos días antes de ser internado y de su eventual fallecimiento. Foto sacada por su nieta Josefina. Durante el mes de enero de 2020, después de pasar unos días con mis compañeros de colegio en Galletué (Chile), estuve en Buenos Aires para visitar familia y amigos antes de volver a mi casa en Portland, Oregón. Como era habitual en todos los viajes que he hecho a Argentina desde que dejamos el país y nos vinimos a vivir a Estados Unidos, arreglé con tiempo una visita a mi tío Cosme Beccar Varela (Cosmín para los íntimos), hermano mayor de mi padre. En viajes pasados, lo habitual era que yo me daba una vuelta por "el Estudio" en la calle Reconquista, e iba directamente a su oficina en el segundo piso. Allí, siempre rodeado de sus queridos libros y recuerdos de toda una vida, me recibía con el cariño que siempre me tuvo y nos poníamos al día. Frecuentemente lo encontraba también en una minúscula oficina sentado en lo que parecía ser u

Exalumnos

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Ya conté en otro de mis recuerdos ( Regina Angelorum ) si no todo, mucho de mi experiencia escolar al márgen del sistema de educación acreditada en la Argentina de mi infancia. Así como Alvin Toffler dice que los colegios modernos, con sus horarios y disciplina, fueron diseñados con el objetivo de servir de “day care” para los hijos de los obreros que necesitaban las fábricas surgidas durante la Revolución Industrial (¡y al mismo tiempo prepararlos para ocupar sus lugares cuando les llegase el turno!), nuestro mini-Colegio tenía como único objetivo prepararnos para la gloriosa gesta que nuestros padres ya habían emprendido, cuyo desenlace -- al mismo tiempo sangriento y glorioso era inminente -- llegaría en cualquier momento.      Pero como bien sabemos, el desenlace ansiado no llegó nunca. La Bagarre aún se hace esperar, nuestro profeta Plinio murió en un hospital paulista en 1995, y la “orden de caballería” creada por él se convirtió en un mounstro de siete cabezas, incapaz de vivi

Mi increíble paseo por Calvarrasa de Arriba

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Era media mañana cuando terminé de cerrar mi única valija y me dispuse a seguir mi viaje por España. Hacía una semana que me hospedaba en el hotel Plaza Mayor de Salamanca, frente a la lindísima Iglesia de San Martín de Tours y a pocos pasos del Ayuntamiento. Me proponía volver a Madrid, vía Ávila, usando la A-50, una moderna autopista que une las tres ciudades. Mi GPS no andaba ese día, y por lo tanto yo estaba usando un mapa turístico, nunca suficientemente claro, que me llevó al sur del rio Tormes (¿dónde estará el lazarillo? no puede dejar de preguntarme…) en búsqueda de la entrada a la autopista. Venía bien encaminado, o así creía yo, cuando en menos tiempo de lo que tardé en mirar del mapa a la ruta y de la ruta al mapa, me encontré en el Paraje las Pellejonas primero y de ahí, enorme rotonda de por medio, en la ruta CL-510, que según el mapa parecía seguir una dirección similar a la A-50... pero no era la misma. Bajando la velocidad (había bastante tráfico local ese soleado mar

Resúmen del 2013

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El año 2013 ha sido un año muy interesante para la familia Beccar Varela Castaños. Todos y cada uno hemos tenino muchas oportunidades de crecer, y lo hicimos rodeados del cariño de nuestra familia y amigos.  En Mayo vinieron Dolores y Victor, paseamos por Portland y juntos nos fuimos todos de vacaciones a una isla en el Puget Sound. Fueron unos días entrañables y muy relajados.  Victoria viajó a Argentina sola, por primera vez en su vida. Se quedó dos meses viviendo en casa de tíos y abuelos. Ahí hizo de todo, desde trabajar de voluntaria en el Museo Beccar Varela, caminar tres días en peregrinación a Luján, hasta ver Las Bodas de Figaro en el Teatro Colón recién restaurado. Pero lo más importante es que pudo estar muchos días con su familia. Conoció a fondo a sus tíos y primos y pudo conversar tranquila con sus abuelos en largos copetines y sobremesas. Al volver se puso al día con sus amigas (con quienes había ido al tan ansiado LeakyCon –convención internacional de seguido

Un milagro en la isla

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A fines de Mayo 2013 mis suegros llegaron a pasar un par de semanas con nosotros. Es una saludable costumbre que, juntando millas y ahorros durante un tiempo, tienen la posibilidad de venir a visitarnos a esta esquina de Estados Unidos, tan lejos de las rutas habituales de los argentinos que aún viajan por el mundo. Generalmente coincide el viaje con algún evento familiar de importancia, como cuando hace un par de años pudieron estar acá en Beaverton para la Primera Comunión de Nicolás. Esta vez pudimos celebrar en casa de unos amigos argentinos los 75 años de mi suegro, y, después de un par de semanas en las que se empaparon de nuestra vida cotidiana, nos fuimos todos de vacaciones por una semana a una isla en el extremo sur del Pugget Sound, llamada Herron Island. El lugar lo encontramos por internet. Una casa con camas para 7 personas, totalmente amueblada, con bicicletas, kayaks, libros y juegos, ubicada en la costa en la punta de un acantilado, con una vista magnífica s

Un Acontecimiento Increible! (parte 2)

La celda no era mucho más ancha que la cama en cuyo borde estaba sentado. Ciertamente no era más larga. Tenía paredes de madera prensadas que no llegaban al techo y una cortina marrón oscuro oficiando de puerta. En un día normal era inevitable oir los pasos de los eremitas entrando y saliendo de sus cuartos, y aquellos sonidos inconfundibles que gente obligada a vivir en silencio hace para comunicarse. No era difícil imaginarse a dos personas “hablando” con gestos. La verdad que alguien que nunca vivió en un éremo se sorprendería por la calidad y amplitud de estos diálogos silenciosos… Pero, con esta carta que de forma misteriosa había llegado a mis manos esa mañana, la mañana de mi cumpleaños número 21, yo no oía más ruidos que el latido de mi corazón. Agarrando las hojas con las dos manos, y haciendo un esfuerzo para no saltearme ni una letra, volví a empezar desde el principio: Querido Alfonso, No vas a poder creer el contenido ni el firmante de esta carta… pero es verdad. Soy yo,